EL MOVIMIENTO DE LAS CIUDADES LENTAS





Ciudades desestresadas, con una mayor calidad de vida gracias al medio ambiente y la gastronomía. El movimiento “Slow Cities”, que empezó en Italia en 1986, se extiende ya por todo el mundo, con más de cien ciudades que cumplen sus bases. En España, varios municipios gozan de este privilegio.


 La tendencia “Slow” reivindica la vida pausada. No es por casualidad que su símbolo sea el caracol. Su filosofía es ser selectivos en nuestros actos y plenamente consciente de cómo invertimos nuestro tiempo. Dentro de este movimiento, pero de manera independiente, se engloba el Slow cities.
Estas “ciudades lentas” defienden un pausado ritmo de vida y mantener las tradiciones de cada pueblo, pero sin renunciar a los avances tecnológicos. Quieren mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos a través de la tranquilidad, los espacios verdes y la ausencia de estrés.

En España, ocho son las ciudades que detentan el título de “ciudades lentas”, pasando a formar parte de esta red internacional: Begur, Pals y Palafrugel en Gerona; Mungía y Lekeitio en Vizcaya; Bigastro en Alicante; Pozo Alcón en Jaén y Rubielos de Mora en Teruel.
Muchos otros municipios españoles han manifestado interés en sumarse a esta iniciativa. Después de dos años de papeleo y tras superar los requisitos indispensables, España ya es oficialmente miembro reconocido.

Los requisitos que tienen que cumplir están principalmente vinculados a la protección del medio ambiente. Algunos de ellos son: no tener más de 50.000 habitantes, no ser capital de ningún tipo y tener una legislación respetuosa con el medio ambiente. En algunas ciudades se han tomado medidas para instalar energías renovables, recuperar la huerta tradicional como patrimonio natural y parte del paisaje, controlar los gases nocivos para el medio ambiente… Incluso, la alimentación debe basarse en el Slow Food, con productos locales, ecológicos y de temporada. Además, las nuevas tecnologías y los avances científicos que fomenten la ecología y la sostenibilidad deben incorporarse a estas ciudades. El ejemplo lo tenemos en Italia, en Orvieto, que ha instalado un sistema electrónico de control de acceso que permite solo la entrada de coches de los residentes.

 La primera ciudad que se apuntó a este fenómeno fue Bra, en Italia. Empezó a predicar con algunos ejemplos: el reloj de su plaza está retrasado 30 minutos, todas las tiendas cierran los jueves y los domingos, los coches no pueden acceder al centro para evitar el estrés y cientos de caracoles (símbolo del movimiento) andan a su antojo por toda la ciudad.

Desde Castroconfidencial sabemos que precisamente un caracol es el logotipo elegido por las pequeñas ciudades -no más de 50.000 habitantes- y pueblos que pertenecen a la Red Internacional de Cittaslow. Así, de manera tan gráfica, quieren dar a conocer al mundo su apuesta por una forma de vida lenta, más racional, plena, sostenible y humana. 

Esperemos que Castro Verde el nuevo partido político que hoy ha hecho su presentación en Sociedad sea un poco más original y no tenga nada que ver con este planteamiento porque sería una  "burda" copia de una filosofía ya descubierta y aplicada; al igual que el logotipo... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

𝑇𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑛𝑡𝑎𝑟𝑖𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑟𝑎́𝑛 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜𝑠 𝑦 𝑚𝑜𝑑𝑒𝑟𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑣𝑖𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒.